8. Al llegar a conocer mejor a Dios, mi imagen de Él puede cambiar. Puede llegar a ser diferente de lo que era al principio. Puede que se vuelva más claro, y hasta podría sorprenderme.

 
 
old image of god.png
 
 
 

¿Ha cambiado tu imagen de Dios desde que decidiste seguir a Jesús? ¿Si es así, cómo?

¿Hay algo en tu imagen de Dios que Él podría querer que reconsideres?

¿Cómo te ayuda tu imagen de Dios a acercarte más a Él?

¿Qué es lo que “necesitas” de Dios hoy? ¿En qué se diferencia esa necesidad de lo que necesitabas anteriormente en tu vida?

Cualquiera que haya estado casado por mucho tiempo sabrá que con el tiempo, a medida que conozcamos mejor a nuestro esposo o esposa, nuestra comprensión y la imagen de nuestro cónyuge cambiarán. Lo mismo podría decirse de las amistades de larga data. Se ha dicho que la intimidad es un conocimiento compartido cada vez mayor entre sí. Así también, a medida que crecemos en nuestra relación con Jesús y con Dios, nuestra imagen de Dios cambiará naturalmente. Esto no quiere decir que Dios está cambiando, solo que mi comprensión de Dios está cambiando. Imagina tomar una caminata y ver una cascada en la distancia. A medida que te acercas a las cataratas, la imagen de las cataratas se aclara. Comienzas a ver más detalles y, finalmente, no solo ves la cascada, sino que escuchas su rugido. Sientes su rocío. Experimentas la cascada. De manera similar, a medida que caminamos con Dios, a medida que caminamos y nos acercamos más a Dios, vemos más y experimentamos más de Él. Es importante darse cuenta de que nuestra imagen de Dios no crecerá simplemente aprendiendo más acerca de él. Solo al acercarnos a Dios lo veremos de manera diferente y más clara. Nuestra imagen de nosotros mismos también cambia a medida que continuamos nuestro viaje con Dios, y esto también afecta la manera en que vemos a Dios. Todos tenemos una imagen de nosotros mismos que refleja nuestros deseos y necesidades, lo que pensamos de nosotros mismos y cómo vemos nuestras vidas. A medida que esta autoimagen cambia, podemos experimentar a Dios de manera diferente. La imagen de un padre de su hijo cambia a medida que el niño crece y, como resultado, la relación entre el hijo y el padre cambia. Así también, a medida que crecemos y maduremos, nuestra imagen y relación con Dios crecerá y cambiará. Este es un proceso normal y saludable.