19. Mi pecado, el momento en que ofendo a Dios, no le impide desear una relación conmigo.

 
 
night street.png
 
 
 

Cada uno de nosotros tiene momentos en los que no queremos que Dios nos "vea", cuando nos apartamos de Él. ¿Cómo el hecho de saber que Dios nunca se aleja de ti te hace sentir?

¿Cómo te hace sentir la idea de que Dios desea tener una relación contigo, incluso cuando no quieres participar?

¿Qué papel juega la confesión en tu relación con Dios?

Además de tener imágenes imperfectas de Dios, a veces podemos hacer cosas que dañan nuestra relación con él. Podemos rechazar, desacreditar, enfadarnos, retirarnos u oponernos a Dios. Ninguno de estos pecados cambia a Dios o afecta su deseo de conectarse con nosotros. La gracia de Dios perdona nuestras ofensas y el amor de Dios por nosotros permanece constante e inmutable en nuestros tiempos de pecado relacional. En momentos como estos, es nuestra tendencia a imaginar que Dios está enojado o decepcionado con nosotros. Nos imaginamos que Él ha salido de la relación. Nuestras relaciones y amistades humanas nos condicionan a pensar que nuestros fracasos harán que a la otra persona no nos guste. Pero ese no es el caso con Dios. El deseo de Dios de estar en relación con nosotros es más fuerte que nuestros comportamientos no saludables. Simplemente somos incapaces de cambiar lo que Dios siente por nosotros.