4. Lo más importante para aprender a escuchar a Dios es mi sincero deseo no solo de escuchar a Dios, sino de participar en una relación con él.

 
 
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(Antes de ver las preguntas a continuación, tómese unos minutos para pensar acerca de esta declaración. Invite a Jesús a que le hable sobre lo que Él desea que note.)


Piensa en por qué quieres que Dios te hable.


¿Hay algo en una relación con Dios que parezca aterrador?


¿Las relaciones íntimas con la gente te ponen ansioso? Si es así, ¿cómo afecta esta ansiedad tu capacidad de intimar con Dios?

¿Qué crees (como lo demuestra tu comportamiento) es más importante para Dios: servirle y hacer cosas por él o simplemente pasar el tiempo para conocerlo? ¿Cómo esta perspectiva moldea la naturaleza de tus conversaciones con Dios?


Vivimos en un mundo de "dioses" tecnológicos. Google puede responder cualquier pregunta que hagamos. El GPS nos guiará a cualquier destino que deseemos. Con un simple comando, nuestros teléfonos y iPads pueden mantenernos entretenidos durante horas.


Dios es una persona y quiere relacionarse con nosotros de persona a persona. Los dioses de la tecnología pueden satisfacer ciertas necesidades, pero no pueden darnos amor. El amor solo puede ser dado y recibido en una relación. El amor no puede ser tomado. Nos gusta la tecnología porque nos permite tomar lo que queremos o creemos que necesitamos. Nos da el control.


Dios quiere que recibamos su amor, y para que esto suceda, debemos renunciar al control y participar en una relación con Dios. Al principio, Dios puede extender la gracia y comunicarse con nosotros, incluso si solo queremos que Él hable para satisfacer nuestros motivos egoístas. Pero si no estamos dispuestos a crecer en la relación, Dios puede volverse menos sensible a nuestras peticiones y necesidades.


Dios desea estar en una relación con nosotros que sea saludable. Si no queremos la relación con Dios, al final nos sentiremos frustrados por la falta de comunicación de Dios.