3. Dios está en todas partes, hablando todo el tiempo, de diferentes maneras. Puedo aprender a escuchar a Dios de varias maneras.

 
 
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(Antes de ver las preguntas a continuación, tómese unos minutos para pensar acerca de esta declaración. Invite a Jesús a que le hable sobre lo que Él desea que note.)

¿Cuáles son algunas maneras en que ha aprendido a "escuchar" a Dios que no involucran palabras?

Si, de hecho, Dios está hablando todo el tiempo, ¿qué podría impedirte escuchar?

Si las acciones de Dios, al crear, sostener y proveer para toda la vida, incluida la tuya, son una manera en que Él está hablando, ¿cuál podría ser su mensaje?

Muchas personas sienten la presencia de Dios cuando están al aire libre. ¿Cuáles son algunas cosas que has aprendido acerca de Dios cuando estás en la creación?

¿De qué cosa te gustaría más hablar con Dios? ¿Cómo crees que Dios se siente con este deseo?

La pregunta no debe ser: "¿Habla Dios?" ¡Sabemos que lo hace! Dios está "hablando" constantemente, en todos los lugares, todo el tiempo, de muchas maneras. El salmo 19 dice: “Los cielos declaran la gloria de Dios; Los cielos proclaman la obra de sus manos. Día tras día se vierten discursos; noche tras noche revelan el conocimiento. No tienen palabras, no usan palabras; No se oye ningún sonido de ellos. Sin embargo, su voz sale a toda la tierra, sus palabras hasta los confines del mundo (versículos 1-4).

La voz de Dios puede ser prolífica en nuestras vidas si aprendemos a notarlo. Nuestro prejuicio es esperar que Dios hable de una manera que cumpla con nuestras expectativas. Vivimos en un mundo de palabras (comunicación verbal y escrita) y, como resultado, esperamos que Dios nos hable con palabras.

Dios habla con palabras, principalmente a través de nuestros pensamientos, pero esta no es la única manera en que Dios se comunica con nosotros. Si nos limitamos a nosotros mismos y a Dios a solo comunicarnos usando palabras, podemos tener interacciones limitadas y una relación restringida.

Cuando nos abrimos a las muchas otras formas en que Dios se comunica, podemos comenzar a "escuchar" mucho más que las palabras: sentimientos, impresiones, observaciones, entendimientos, etc. Al igual que el salmista, al contemplar una noche llena de estrellas, podemos unirnos para decir: ¡Qué grande eres, oh Señor! Qué pequeño soy, pero qué grande es tu amor que compartirías conmigo tu universo. El discurso es inadecuado para transmitir lo que Dios dice en un milisegundo como este.