2. Dios desea que nuestra relación incluya conversación, información, emociones, experiencias compartidas y simplemente estar juntos.

 
 
hearing god 2.jpg
 
 
 

(Antes de ver las preguntas a continuación, tómese unos minutos para pensar acerca de esta declaración. Invite a Jesús a que le hable sobre lo que Él desea que note.)

¿Te resulta difícil escuchar a Dios?

Piensa en tu vida de oración, el tipo de cosas que le dices a Dios y lo que escuchas de él. ¿Cuánto de lo que dices implica pedir cosas de Dios?

¿Cuánto de lo que escuchas parece ser que Dios te dice que hagas cosas?

¿Con qué frecuencia simplemente comparte sus sentimientos y habla con Dios sobre usted, su vida y sus deseos?

¿Qué dice el contenido de tus oraciones acerca de tu relación con Dios?


¿Cómo te hace sentir saber que aprender a escuchar a Dios, practicar escuchar para realmente 

escucharlo, puede llevarte algo de tiempo?


¿Por qué crees que Dios lo ha diseñado para que no usemos nuestros oídos para escucharlo, sino 

nuestras mentes y corazones?


Pocos cristianos alguna vez dudarán de que Dios nos escucha cuando le hablamos. Entonces, ¿por qué dudaríamos de que Dios también nos habla cuando estamos preparados para escuchar? Es cierto que aprender a escuchar y conocer la voz de Dios es un proceso, pero no hay duda de que Dios es más que capaz de comunicarse con nosotros.

Después de todo, Él quiere una relación con nosotros. Y para que una relación sea saludable y crezca, debe haber comunicación y contacto. El problema, entonces, es que aprendamos a escuchar. Es cierto que esto lleva tiempo, similar a la forma en que se necesita tiempo para aprender un nuevo idioma.


El deseo y la intención nos llevarán, con el tiempo, a comenzar a reconocer la voz de Dios. La comunicación se produce en una variedad de formas. Al principio de su matrimonio, los cónyuges aprenden a conocerse hablando. Sin embargo, después de años de convivencia, los cónyuges comparten información de manera diferente que al principio. Descubren que una mirada o un toque comunican mucho más que las palabras.

Pero la sensibilidad a las formas sutiles de comunicación requiere práctica. Así también, aprender a comunicarse con Dios es un proceso. Y la comunicación con Dios también implica diferentes formas de compartir.

Al principio, hablamos la mayor parte del tiempo, pero con el tiempo, aprendemos a escuchar su voz. Compartimos información y sentimientos y crecemos cada vez más confiados en nuestra capacidad de escuchar. A medida que nuestra comunicación y relación maduran, nos hacemos más conscientes de la presencia de Dios. Comenzamos a reconocer las formas no verbales en que se comunica: las miradas y los toques que expresan su corazón.

La presencia de Dios nos rodea, y hay maneras en que podemos aprender a notar esa presencia, conectarnos con ella y hacer "contacto" con ella. Conectarse con Dios, saber que Dios está presente conmigo, sentir que Dios me está mirando e incluso sosteniéndome de alguna manera, también es algo que podemos aprender.