18. A veces Jesús me da una sola impresión de más de mil palabras que podría comunicar.
(Antes de ver las preguntas a continuación, tómese unos minutos para pensar acerca de esta declaración. Invite a Jesús a que le hable sobre lo que Él desea que note.)
Si una imagen vale más que mil palabras, ¿te imaginas a Jesús dándote una imagen simple de lo que Él siente por ti?
Un abrazo es otro ejemplo de comunicación de información sin palabras. ¿Te imaginas a Jesús dándote un abrazo, un abrazo espiritual?
¿Hay veces en tu pasado que conociste profundamente algo sin tener palabras específicas; por ejemplo, ¿cómo te sentiste por alguien, experimentaste algo profundo o de repente comprendiste algo que no habías visto antes? Reflexione sobre cómo este tipo de experiencia también podría ser verdad en su relación con Dios.
Invite a Jesús a comunicarse con usted a través de una impresión o imagen de una palabra.
Dios nos habla en una variedad de formas, algunas que incluyen palabras o sentimientos. A medida que comenzamos a crecer en nuestra capacidad de saber cuándo Dios nos está hablando, puede usar formas de transmitir información sin usar palabras.
En una fracción de segundo, nos damos cuenta de algo, tal vez una realidad acerca de Dios, de nosotros mismos, de nuestro mundo o de nuestra situación que llevaría libros para explicar. Y, sin embargo, lo "conocemos" de una manera profunda que transmite la verdad sobre algo real. Llamamos a esta experiencia una "impresión" o un "saber".
A veces este "conocimiento" se convierte en una conversación prolongada, que dura días, semanas o incluso meses. Un ejemplo de esto en mi propia vida sucedió durante un tiempo en el que me enseñaron a dudar de que Jesús realmente era todo lo que el Nuevo Testamento le presenta para ser. Antes había estado expuesto a estas ideas inquietantes y había investigado y confirmado la exactitud de las Escrituras en sus enseñanzas sobre Jesús. Entonces, en lugar de revisar la evidencia histórica, le pedí a Jesús que me mostrara personalmente quién era Él realmente y que respondiera a esta pregunta de una vez por todas. Durante los siguientes meses, llegué a saber, a un nivel mucho más allá del razonamiento racional, que Jesús era de hecho todo lo que las Escrituras nos dicen que es, y mucho más. Era como la diferencia entre leer sobre una persona y visitar y conocer a esa persona.
Aún más importante, llevó a una confianza más profunda que es difícil de medir, mucho más de lo que la investigación crítica podría producir. Además, me hizo saber que no solo Jesús era real, sino que lo que Jesús más deseaba conmigo era una relación real, sana, pura e íntima.