1. Dios me creó para amarme de una manera profunda y personal.

 
 
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En tus pensamientos más profundos, en las creencias que revelas por cómo vives, ¿por qué crees que Dios te creó?

¿Qué podría hacer que te resulte difícil creer y comportarte como si Dios no quisiera nada más de ti que amarlo a cambio?

¿Qué podría impedirte recibir el amor de Dios?

¿De qué maneras podrías tratar de ganarte el amor de Dios?

¿Qué te viene a la mente como la diferencia entre ser amado por Dios y estar en una relación con Dios?

¿Por qué querría Dios una relación contigo?

Si Dios es amor, entonces Dios solo será Dios si Dios ama. Y como el amor, en su sentido más profundo, requiere una relación, Dios solo puede ser Dios si Dios puede amar a otra persona. Dios puede amar la creación, las cosas materiales que creó, pero solo la humanidad tiene la capacidad de amar a Dios a cambio y disfrutar del amor recíproco. Algunos teólogos enfatizan que la Trinidad proporcionó a Dios todo lo necesario para el amor recíproco. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se aman, no es necesario que nadie más se involucre. Pero Dios creó a las personas, y la esencia de Dios, Su naturaleza, es amar y vivir en relación con los demás. Como mínimo, entonces, sabemos que el propósito de Dios en la creación de la humanidad fue demostrar quién es Él realmente, mostrando su amor insondable, no solo a la Trinidad, sino a otras personas que pueden elegir amarlo a cambio o rechazar Él y su amor. Fuimos creados para ser amados. Solo somos completamente humanos cuando somos completamente amados, y solo Dios es capaz de amarnos plenamente. Nuestro viaje en la tierra, el tiempo de nuestra existencia física, nos es dado para prepararnos para ser capaces de recibir el amor de Dios y aprender a amar a Dios a cambio. Al final de nuestras vidas terrenales, lo que nos quedará es nuestra capacidad para recibir el amor de Dios, para amar a Dios a cambio y para vivir en una relación continua y amorosa con Dios, para siempre.